Curicó gozaba su último Sábado veraniego de Febrero. Por la tarde, una noticia acaparó mi interés. A eso de las 18:00 hrs, dos fuertes terremotos grado 7.0 ocurrían en Las Islas Ryukyu, en Japón. Intuí someramente que la tierra se nos movería en Chile. No presté mayor atención pues quería disfrutar tranquilo un último fin de semana en el campo junto a mi familia, antes de iniciar las actividades 2010.
Aquella madrugada del 27 de febrero todo cambio en 4 minutos. Un terremoto doble derribó sueños, alegrías, vidas, edificios, templos, escuelas y todo aquello que no pudo soportar 8.8 grados de energía liberada en la escala Richter. Nuestras vidas cambiaron su rutina repentinamente. La gran destrucción provocada por este terremoto doble, que ocupa el quinto lugar en importancia mundial, produjo un notable desequilibrio en la estabilidad social y económica, debiendo las autoridades moldear los recursos existentes para dar solucción a la multiplicidad de problemáticas situaciones generadas.
Es ahora cuando esta gran responsabilidad de recuperarnos debemos asumirla entre todos y esforzarnos por cooperar, cualquiera sea la labor, pues ésta permititirá que nuestros hermanos damnificados sepan que estamos junto a ellos y que no les hemos olvidado.
Las tareas de demolición continuarán. Las de reconstrucción demorarán un poco más, debido a lo extremo de la tragedia, sin embargo Chile se levantará finalmente como el ave fénix renaciendo de sus cenizas.
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